lunes, 1 de febrero de 2010

Un traspié que tiene que servir para mejorar

La ilusión, la esperanza y el entusiasmo que se respiraba en el Monumental previo al comienzo del encuentro ante Banfield era algo que se sentía, se palpaba. Miles de hinchas millonarios dijeron presente en el Antonio V. Liberti.

Claro, es que se trataba del debut en el Clausura 2010: nuevo campeonato…nueva oportunidad de encontrar otro sendero para un plantel que venía tomando atajos que lo llevaban a lugares desolados y sin fiestas, sin carnavales, sin alegrías para vivir. Itinerarios sin rumbo son los que se venían transitando.

Además, los refuerzos que llegaron y los dos clásicos ganados a Boca en los torneos de verano, en los cuales River se reencontró, si bien no me gustaría exagerar demasiado, con su historia y el gusto futbolístico de su gente, fueron determinantes a la hora de generar esa enorme expectativa.

Enfrente, Banfield, el último campeón. “Hasta que termine este torneo somos los campeones del fútbol argentino, por lo que vamos a hacer pesar esa condición y los rivales nos van a tener que respetar”, había dicho Julio César Falcioni días antes del comienzo del torneo. Lo de siempre, nada nuevo, cuando uno arranca un nuevo campeonato jugando ante el último campeón es especial, es distinto… y por supuesto que hay que tenerle respeto.

River arrancó el partido con intención de ocupar el campo rival, pero enseguida nomás el campeón le avisó al fondo millonario que no debía descuidarse demasiado, cuando el “Indio” Vega tapó de una manera providencial un cabezazo frontal de “Tito” Ramírez.

Para ponerlo en su justa medida, el primer tiempo fue equilibrado en la tenencia del balón, luchado en la mitad de la cancha, con Ortega manejando los hilos del equipo de Astrada, tratando de buscar siempre a sus compañeros de ataque, pero sin demasiado éxito a la hora de generar jugadas que pongan en peligro el arco de Luchetti, debido a una buena oposición de la línea de contención y la defensa de Banfield. El paraguayo Rodrigo Rojas mostró un juego inteligente y lindo despliegue, aunque sin demasiado brillo.

El “Taladro”, por su parte, tampoco mostró demasiados destellos de fútbol en la primera etapa. La pelota no pasó tanto por los pies del hábil Erviti, aunque sí cayó en algunas oportunidades en los botines del oriental Sebastián Fernández que, inquieto, molestaba bastante a la defensa riverplatense. Los movimientos de Ramírez fueron interesantes. Pesado, fornido, poniendo bien el cuerpo, siempre se las ingenió para descargar bien con sus compañeros.

Otro peligro para el arco de River sucedió cuando el colombiano James Rodríguez se metió al área por el carril izquierdo y sacó un remate cruzado que el “Indio” mandó al córner con una buena estirada.

Se fueron al descanso empatando sin goles, y a pensar como hacer para encontrar la debilidad del rival para dañar el arco de enfrente.

Los primeros 20 del complemento se parecieron mucho a la primera etapa, con ambos equipos prestándose la pelota y sin generar peligro. Pero desde ahí en adelante, Banfield decidió esperar a River en su campo e intentar con el contragolpe, que tan bien elabora el equipo Falcioni.

El “millo” empezó a poblar con más gente el campo del adversario y éste aprovechó para cargar de contraataque. Los del Sur dejaron que River ganara en dinámica con Barrado (ingresó por Villalba) y empezaron a elaborar su inteligente juego que los llevó a ganar el campeonato anterior.

Así, a los 26 minutos “Papelito” Fernández estrelló un remate en el parante derecho de Vega, y enseguidita nomás el arquero millonario tuvo que esforzarse para sacarle un remate al oriental.

Mientras River seguía intentando más por el lado de Ferrari que por la izquierda, casi a la media hora del segundo acto llegó el baldazo de agua helada que enmudeció al Monumental: Erviti recibió por izquierda en un contragolpe, ensayó un taco majestuoso que dejó parado a dos jugadores de River, la tocó para Fernández y éste, tras ganarle la posición a su compatriota Juan Manuel Díaz, disparó bajo y cruzado para meterla junto al palo derecho del “Indio” Vega.

A partir de ese momento River buscó el empate con jugadas que terminaban en centros para Gustavo Canales (ingresó por Funes Mori), pero la línea defensiva de Banfield siempre respondió con el oficio que la caracteriza.

Los de Falcioni mantuvieron un gran orden táctico. Quizás esa fue la mayor diferencia. Porque en cuanto a iniciativa de juego, en cuanto a actitud, en cuanto a generación de fútbol, Banfield no fue superior a River, pero sí terminó siendo más inteligente.

En definitiva, como toda derrota, debe servir para mejorar. No tengo dudas de que el equipo que se floreó ante Boca va a aparecer. Esperemos que sea este jueves ante Chacarita.

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